Esta semana hablamos con Aurora Ruá, la escritora valenciana a la que debemos ‘Álvaro Saltarín’, un libro infantil que invita a soñar y a… ¡saltar! Esta escritora a la que el azar (y su maternidad) acercó al mundo de la literatura infantil, nos ha regalado otros títulos como ‘El utopífono’, ‘El señor del castillo’, ‘Un cuento y veinti3 sonrisas’ o ‘El mago Vicentín’.
¿Cuándo y cómo decidiste dedicarte a la literatura infantil?
Nunca, como decisión puntual y consciente, al menos. He escrito cuentos toda la vida, relatos en general, sin pensar en un destinatario concreto. Me centré más en infantil cuando mis hijos eran pequeños y re-descubrí los libros ilustrados. El acceder después al mercado editorial fue más una cuestión de suerte, de estar en el lugar y en el momento adecuado, que el resultado de una decisión propia.
En títulos como ‘El mago Vicentín’, de la editorial Sargantana, te encargas de ilustrar. En otros, como el que nos ocupa, ‘Álvaro Saltarín’, de la editorial La Guarida, te encargas de los textos. ¿Qué es lo que más te gusta, escribir o dibujar?
Me gustan las dos cosas. Tal vez me sienta más cómoda con la escritura, me resulta más natural. En el campo de la ilustración solo he tenido alguna intervención puntual, y aunque lo disfruto muchísimo, me parece más complicado y me requiere más tiempo. Lo cual, por otra parte, no deje de ser un reto que me encanta.
Como ilustradora, ¿cuáles son tus influencias?
Todas y ninguna. Me apasiona la ilustración y disfruto con cada nuevo álbum que sale al mercado. Pero no intento emular a nadie, no porque no me gustara parecerme a muchos, sino porque “sale lo que sale”, es decir, hago lo que buenamente puedo, no lo que me gustaría.
Álvaro Saltarín ha tenido una muy buena acogida dentro del mundo infantil. ¿Qué se necesita para dar con la tecla con los más pequeños?
Afortunadamente, parece que el libro está funcionando bien y me alegro muchísimo. En cuanto a esa “tecla” mágica por la que me preguntas, no tengo ni idea. Tampoco me lo planteo a la hora de escribir. En mi caso, lo que hago es simplemente observar a los niños: sus reacciones, sus respuestas, sus juegos… Y me gusta conversar con ellos y conocer sus opiniones. Mi sobrino Álvaro, por ejemplo, (que es el auténtico “Álvaro Saltarín”), es un sabio de 6 años, fuente inagotable de inspiración. Solo hay que estar atento y escucharles cuando hablan.
En el libro, el protagonista, Álvaro, le encanta saltar. Tanto, que un día llega hasta la Luna. ¿Hasta dónde te gustaría saltar a ti?
Hasta La Luna no, desde luego, demasiado fría. Soy más de tener los pies en el suelo.
¿Qué se puede encontrar un niño al leer ‘Alvaro saltarín’?
Es un cuento para pasar un rato entretenido, que juega con dos realidades, la de Álvaro y la de su madre, sin más pretensiones. Cuando yo elijo un libro, como lectora, lo que busco es diversión y pienso que así debe ser para todos. En especial para los niños, que no suelen elegir (de esto doy fe como librera). No todos tienen que enseñar algo. El limitarlos a libros con moraleja o educativos me parece un error. Y un aburrimiento.
¿Qué proyectos futuros tienes?
Tengo muchos textos repartidos entre distintos ilustradores, de temática muy variada, para más pequeños y también para mayores. A ver si van viendo la luz y encontramos editores rumbosos que apuesten por ellos.
Mucha suerte con todos esos proyectos.