Beatriz Millán tiene 34 años, vive en Madrid y es mamá de dos niñas, una de cuatro y otra de siete años. Estudió Filología Hispánica y Publicidad y Relaciones Públicas y, posteriormente, trabajó en temas relacionados con el marketing turístico familiar. Hasta hace cinco años. Beatriz tuvo la fantástica idea de poner en marcha un blog, www.beatrizmillan.com, a través del cuál compartiría cada día sus dos pasiones: rincones de Madrid y novedades de literatura infantil. Un lustro después, Beatriz es todo un referente en las redes. No solo por el número de seguidores que tiene, que los tiene, y muchos, sino por el interés que despierta en todos aquellos que la acompañan en su vida a través de Facebook o Instagram. Hoy, la conocemos un poquito más y, lo reconocemos, dan ganas de más.
¿Cuándo te diste cuenta que querías compartir con el resto de la gente tus inquietudes diarias?
Fue algo muy gradual… Yo empecé a utilizar Instagram cuando no era una red social sino un programa de edición de fotos. En pocos años ha evolucionado muchísimo y el cambio ha sido natural. Sigo compartiendo las mismas cosas que cuando tenía 100 seguidores, solo que ahora llega a más gente.
En esas inquietudes, ¿qué lugar ocupan tus hijos Martina y Julieta?
Ahora mismo, una parte muy importante, pero cada vez hay más espacio para mis propias inquietudes e intereses como ‘Beatriz mujer’ y no tanto ‘Beatriz mamá’. La verdad es que la maternidad, como a muchas otras mujeres, me supuso una revolución y necesitaba un altavoz para compartir lo que descubría, sentía o me preocupaba, pero las niñas crecen y cada vez me gusta más hablar de otro tipo de temas.
Te gusta perderte por Madrid. ¿Me podrías decir los tres sitios preferidos para comer con tus peques y por qué?
El Barrio de las Letras y también la zona de Conde Duque son dos de mis zonas favoritas para ir con las niñas. Hay varias plazas y zonas peatonales y muchos restaurantes acostumbrados a tratar con familias. Son barrios con muchos comercios, algunos de ellos incluso centenarios. Me gusta salirme del centro-centro y de las calles en las que solo ves cadenas de ropa y café.
Un lugar especial de Madrid.
Tantos… la zona de Atocha/Huertas, quizás. Ese barrio fue testigo del noviazgo con quien ahora es mi marido. Hay muchos recuerdos por cada calle y allí estuvo nuestra primera casa.
¿En qué librería te pasarías toda una semana?
En Mujeres y Compañía, en la calle de la Unión, número 4.
Aunque sea difícil, si tuvieras que llevarte a una isla desierta a tu familia y tres libros, ¿qué libros escogerías?
Sí que es difícil, sí! Seguramente, ‘Cien Años de Soledad’, para mí; ‘Atlas del Mundo’, para las niñas, de Maeva Young, y algún libro de supervivencia.
¿Qué puede hacer una madre o padre para inculcar la lectura a sus hijos?
Leerles cada día. No se trata de forzarles a que les guste leer. A cada niño le motiva una cosa diferente, pero compartir un momento lector en familia es un recuerdo precioso para todos. Tan sólo hay que sacar unos minutos.
¿Qué libro recuerdas de firma especial de tu infancia?
¡Muchísimos! Era una gran lectora. Me encantaba Roald Dahl y sus libros de ‘Matilda’, ‘Las Brujas’… también recuerdo con mucho cariño ‘Momo’ y, por supuesto, ‘La historia interminable’.
¿Una película?
De siempre, ‘Charada’. De las últimas que he visto, ‘La la land’.
¿Una serie?
‘Stranger Things’, ‘Sense 8’… de las de siempre, ¡‘Friends’!
¿Una comida?
Tostadas con aguacate y pasta de cualquier manera.
¿Una ciudad?
Madrid.
¿Comprar online o en la tienda física?
Las dos me aportan cosas maravillosas. ¡No podría decidir!
¿Qué libro estás leyendo ahora?
Querida Ijeawele. O cómo educar en el feminismo, de Chimamanda Ngozi Adichie.
La última vez que te sorprendiste fue…
Ayer. Mis hijas me sorprenden cada día con sus ocurrencias.
Pongámonos más serios. ¿Existe la conciliación?
No. El 40 por ciento de las mujeres madres se hacen autónomas para poder conciliar, y la realidad es que ahora mismo estoy contestando a esta entrevista mientras veo Peppa Pig y tengo a mi hija pequeña con fiebre en el sofá. Sí, tengo la «suerte» de poder quedarme con ella, pero ¿esto es conciliar? Rotundamente, no. La conciliación pasa porque los cuidados sean prioritarios, reconocidos y retribuidos.
¿Y en los hombres?
A los hombres no se les hacen las mismas preguntas, no se les suele cuestionar sus decisiones, por lo que la mayoría no se plantea otra opción. También ellos siguen sometidos a ser el «macho alfa» proveedor. Es algo que debe cambiar a nivel global pero, como digo, los cuidados siguen estando infravalorados. Si no produces, no sirves.
¿Parlem?
Per descomptat. 😉