Hoy os vamos a hablar de uno de los lugares más emblemáticos de Madrid: El Monte del Pardo. A tan sólo 20 minutos de la Puerta del Sol se encuentra este bello paraje de 15.821 hectáreas y 80 kilómetros de perímetro, dominado por las encinas. Para disfrutar al máximo de la excursión, podéis completar el paseo por este hermoso bosque, destino de fin de semana de muchos madrileños, con una visita al municipio de El Pardo y un recorrido por sus edificios históricos. ¡Sin duda, visitar este bello paraje es un plan perfecto para hacer con niños!
El Monte del Pardo es una de las zonas naturales más importantes de Madrid y de las más próximas a la capital. En este lugar, que pertenece a Patrimonio Nacional, las encinas predominan aunque también podemos encontrar pinos, álamos, alcornoques, chopos y enebros, entre otros árboles. Esta variedad hace que, según los expertos, la zona sea el mejor ejemplo de monte mediterráneo de toda la Comunidad de Madrid.


En un recorrido por este paraíso natural, en el que abundan las zonas de descanso y los merenderos para los excursionistas, es más que probable encontrarse con corzos, jabalíes, conejos, ciervos, gamos e, incluso, con buitres negros o águilas imperiales, ambas especies protegidas.
Esta riqueza cinegética ha hecho que, desde la Edad Media, las casi 16.000 hectáreas de este bosque hayan sido utilizadas como reserva de caza para los miembros de la familia real.
El Real Sitio
Ese uso dado por los monarcas es el origen de las construcciones que hoy en día alberga el lugar. Ya en el antiguo Libro de la Montería de Alfonso XI, que data del siglo XIV, se mencionaba la existencia de una Casa del Pardo aunque fue Enrique III de Castilla quien, en el año 1405, ordenó construir en la zona un pabellón de caza para la Casa Real. Posteriormente, Enrique IV ordenó transformar ese viejo pabellón en un pequeño castillo, con puente levadizo incluido, en el que pudieran descansar los reyes y sus cortesanos durante las cacerías.
Durante el reinado de Carlos V continuaron las reformas del edificio original. El emperador decidió demoler el antiguo castillo y levantar un palacio más cómodo y lujoso aunque el monarca no lo pudo disfrutar al morir antes de que estuviera terminado. Fue su sucesor, Felipe II, quien se encargó de la decoración interior del edificio, al que incorporó una importante colección de pinturas de Tiziano o El Bosco, entre otros artistas.
En el año 1604, un devastador incendio destruyó casi en su totalidad el palacio y las obras de arte que había en su interior. Uno de los lienzos que se salvó fue la llamada Venus de El Pardo, de Tiziano, que actualmente se expone en el Museo del Louvre de París. Según cuenta la leyenda, cuando informaron del trágico suceso a Felipe III, quien reinaba en aquel momento, éste preguntó por el cuadro y, al comunicarle que estaba en perfecto estado, comentó: “Si ese cuadro se salvó, lo demás no importa”.
Carlos III fue el rey que vio el palacio completamente terminado. El edificio final tenía una planta que se asemejaba bastante a la del castillo de finales del Medievo, conservando su disposición general, con torres en las esquinas del frontal.
Cada uno de los reyes que intervino en la construcción del edificio contribuyó también a su decoración. A Felipe II se le deben buena parte de los elementos interiores, como los frescos de Gaspar Becerra, mientras que del reinado de Felipe III se conservan pinturas de Carducho y Cabrera.
La mayoría de los tapices que hay el Palacio del Pardo proceden de la Real Fábrica de Madrid y fueron tejidos a partir de los bocetos elaborados por Bayeu, Castillo y Goya. De la galería pictórica, cabe nombrar los retratos de Isabel la Católica, de Juan de Flandes, y de Don Juan José de Austria a caballo, pintado por el artista Ribera.
Tras la Guerra Civil, el edificio fue objeto de una serie de obras que tenían como fin habilitarlo como residencia del general Francisco Franco. En 1976, el Rey Don Juan Carlos decidió habilitarlo como museo y, hoy en día, también se utiliza como residencia oficial de los jefes de Estado extranjeros que visitan España.
La Casita del Príncipe
Alrededor del Palacio del Pardo se fueron levantando otra serie de edificios monumentales entre los que destaca la Casita del Príncipe, la Quinta del Duque del Arco o el Convento de los Padres Capuchinos.
La Casita del Príncipe está situada en el ala oeste del palacio, separada del mismo por un jardín y un cuartel. Su construcción se debe a María Luisa de Parma, esposa de Carlos III y fue concebida como un palacete de recreo de la familia real. Fue el arquitecto Juan de Villanueva quién diseñó el edificio, que comenzó a construirse en el año 1784.
La Quinta del Duque del Arco, por su parte, es un conjunto arquitectónico que comprende un palacete, decorado con papel pintado y lujosas alfombras, la casa de labor y sus terrenos y jardines con fuentes y esculturas. Era propiedad de Alonso Manrique de Lara, Duque de Arco, y fue donada por su viuda en 1745 a los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio.
El estilo del palacete se asemeja mucho al del Palacio de la Zarzuela, que también se encuentra en el Monte del Pardo y donde actualmente residen los reyes de España. Consta de una planta cuadrada dividida en 25 partes iguales, de las cuales una de ellas es el patio central. Sus jardines son de estilo renacentista. En el año de 1974, se celebraban en la Quinta las audiencias del entonces príncipe Don Juan Carlos.


Por último, el Convento de los Padres Capuchinos data de tiempos de Felipe III, quien ordenó su construcción en el año 1612, aunque el edificio no se inauguró oficialmente hasta el año 1650. En su interior se conservan importantes lienzos y esculturas. La más importante es el Cristo yacente, una escultura barroca de principios del siglo XVII tallada en madera policromada por Gregorio Fernández. Este Cristo está considerado como una de las obras maestras del escultor. Se ha exhibido en la iglesia del Convento desde 1615 hasta la actualidad, aunque durante la Guerra de la Independencia y la Guerra Civil tuvo que ser ocultado en diversos lugares.
Recorriendo El Pardo
Para completar la excursión a este bello y monumental paraje madrileño, nada mejor que disfrutar de un paseo por el pueblo de El Pardo, un núcleo de población de algo más de 3.000 habitantes. Hasta el año 1950 fue independiente y actualmente forma parte del distrito madrileño de Fuencarral-El Pardo. La mayoría de sus edificios son modernos, pero respetan a la perfección el entorno en el que se ubican. El pueblo tiene varias zonas residenciales ajardinadas y conventos y capillas, y destaca su sobria iglesia parroquial, de 1950.
El Pardo es famoso por sus restaurantes, en los que predominan los platos relacionados con la caza, como la carne de gamo, jabalí, conejo o perdiz.
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