Viajamos a Les Machines de l’Île (Nantes, Francia)

Viajar en familia tiene numerosos efectos positivos para nuestros peques: les permite desconectar de la rutina de día a día; vivir experiencias y momentos inolvidables; desarrollar un pensamiento más racional, reflexivo y crítico; conocer otras culturas y realidades que les ayudarán a abrir su mente; ser más aventureros…

Pero muchas veces, la elección del destino ideal se convierte en una auténtica pesadilla para nosotros, los padres, que no terminamos de encontrar esos sitios que combinan los planes atractivos para niños con nuestras preferencias como adultos.

Por eso hemos decidido crear esta nueva sección, para daros algunas ideas a la hora de organizar los viajes con vuestros peques. Vamos a centrarnos en ciudades o parajes que se salen de lo corriente y que harán que vuestro viaje en familia se convierta en una vivencia fantástica.

Todas las recomendaciones se basan en viajes que hemos realizado con nuestros propios hijos. ¡Esperamos que os sirvan de ayuda a la hora de programar vuestras escapadas!

LES MACHINES DE L’ÎLE (NANTES, FRANCIA)

En el noroeste de Francia, a orillas del río Loira, se encuentra la ciudad de Nantes, considerada la capital europea de buen vivir y un lugar perfecto para visitar con niños.

A pesar de su tamaño –tiene más de 900.000 habitantes–, es una ciudad tranquila que cuenta con numerosas propuestas para niños: se puede visitar el Museo de Julio Verne, que nació allí; perderse por numerosos parques y jardines; pasear en barco o recorrer el Castillo de los Duques de Bretaña, una fortaleza blanca que parece salida de un cuento.

Pero sin duda, si pensamos en los más pequeños uno de sus mayores atractivos son ‘Les Machines de l’île’, un proyecto artístico totalmente inédito.

Un universo mágico

Nacido de la imaginación de François Delarozière y Pierre Orefice, ‘Les Machines de l’île’ se sitúa en el cruce entre los “mundos inventados” de Julio Verne, el universo mecánico de Leonardo da Vinci y la historia industrial de Nantes, al estar ubicada en los antiguos astilleros de la ciudad.

El Gran Elefante

Lo primero que hicimos al llegar comprar las entradas para montarnos en ‘El Gran Elefante’, un imponente animal metálico de 48,4 toneladas construido en acero y madera y cuyas dimensiones son impresionantes: 12 metros de alto, ocho de ancho y 21 de largo.

En su interior, realizamos un recorrido de unos 30 minutos que nos llevó desde el Carrusel de los Mundos Marinos a las Naves, donde se encuentran el taller y la Galería de las Máquinas, centro de la propuesta artística de las Machines de l’île.

Al principio, a nuestros peques les daba un poquito de miedo montar a lomos de ese imponente animal mecanizado, pero finalmente la experiencia fue fantástica y disfrutaron muchísimo del recorrido, tanto de las imponentes vistas del astillero que se ven desde la máquina como de la sensación de comprobar cómo reaccionaban sus engranajes y patas en acción.

La Galería de las Máquinas

Tras el recorrido, visitamos esta galería-laboratorio, un espacio vivo que pone en escena un auténtico bestiario y está poblada de espectaculares animales mecanizados. En ella, asistimos a todo el proceso de creación de estos extraños seres, desde el croquis hasta la máquina en funcionamiento.

Pudimos comprobar cuáles habían sido las etapas de construcción del ‘Gran Elefante’ y del ‘Carrusel de los Mundos Marinos’ así como las investigaciones actuales sobre el Árbol de las Garzas, el principal proyecto de Les Machines de l’île.

Si vais con niños pequeños, tenéis que saber que la galería no es apta para los cochecitos, que deberéis aparcar antes de entrar. Eso sí, hay portabebés a disposición de los padres así que podéis hacer la vista con vuestros hijos, incluidos los más peques, sin ningún problema.

El Carrusel de los Mundos Marinos

Por último, y tras parar un rato para comer y descansar con nuestros peques, fuimos al ‘Carrusel de los Mundos Marinos’, un tiovivo gigante de tres pisos, casi 25 metros de altura y 22 de diámetro, lleno de extrañas e inquietantes criaturas marinas.

En el carrusel, un verdadero teatro de 360°, descubrimos el Cangrejo gigante, el Calamar a retropropulsión, el Artefacto de exploración que se hunde en la sala de máquinas, el Batiscafo que trepa por el mástil central… y el último en llegar: el Pez-cofre.

En definitiva, la visita no se redujo a una simple vuelta en tiovivo sino que supuso todo un viaje desde los fondos y abismos marinos hasta la superficie de los océanos.

Sin duda, ¡pasamos un día estupendo visitando este lugar mágico al que pensamos regresar!